Los 60 años de los Derechos Humanos

Por Indepaz

10 de Diciembre de 2008

“Los Derechos Humanos son unos principios fundamentales que delimitan la arbitrariedad, el despotismo y la injusticia, de la dignidad, el respeto y la solidaridad que nos debemos entre todos”.

Hace sesenta años, el 10 de diciembre de 1948, se expidió en París la Declaración Universal de los Derechos Humanos por parte de las Naciones Unidas. Con el correr de los años y las décadas esta declaración  se ha constituido en un documento que en términos generales es aceptado por todas las naciones del mundo, al menos formalmente.

Los horrores de las dos guerras mundiales del siglo XX movieron la conciencia de la comunidad internacional con el propósito de fundar en 1945 la ONU con el objetivo básico de evitar la guerra y promover la paz del mundo. En el marco de este propósito de construir un mundo mejor surgió la declaración de los Derechos Humanos como una serie de principios fundamentales que deberían atender los gobiernos y los ciudadanos para respetar y promover la dignidad del individuo y las comunidades y, en últimas, contribuir al bienestar de todos los seres humanos.

El antecedente principal de este texto internacional fue la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de la Revolución Francesa de 1789. Pero podemos ir más atrás en la historia y encontrar esfuerzos individuales y colectivos para dejar establecidos unos principios que protegieran a la persona por el mero hecho de serlo. En el siglo IV de nuestra era, San Agustín estaba formando la doctrina del Derecho Natural, el cual establece unos derechos y normas que deben ser respetadas por todas las comunidades y gobiernos en beneficio del individuo. Sostiene el Derecho Natural que el Estado no otorga los derechos a las personas, simplemente los reconoce, y el no hacerlo violenta el orden natural de las cosas.

Este intento de establecer explícitamente los derechos que nos asisten como personas ha sido una constante histórica, que ha venido de menos a más, y que obedece a esa relación compleja y difícil que hay entre gobiernos y gobernados, y también de los ciudadanos entre si.

Es bueno observar las contradicciones en que han incurrido los Estados en esta materia. Por un lado promueven los Derechos Humanos y por el otro los violan en una especie de esquizofrenia política. Ejemplo notorio fue el Jim Crow Sistem, un conjunto de normas aplicadas en el Sur de los Estados Unidos con el objetivo de discriminar y segregar a la población negra. Este país fue uno de los principales promotores de la declaración de los Derechos Humanos del cuarenta y ocho, pero mantuvo esa infame discriminación hasta mediados de la década de los sesenta. Hoy persisten violaciones promovidas desde Washington como la existencia de la prisión de Guantánamo para sospechosos de terrorismo.

La China moderna  ha sacado de la pobreza a más de trecientos millones de personas en los últimos veinte años, y esto es una conquista en términos de Derechos Humanos, pero al mismo tiempo su gobierno no es respetuoso de importantes derechos individuales como los de libertad de conciencia y expresión y la garantía de tener un juicio justo.

En muchos países hay mayores libertades individuales, como las de opinar, crear empresa, ejercer la oposición política, criticar al gobierno, pero un sector de la población vive en condiciones materiales tan precarias, que se evidencia una grave violación a los Derechos Humanos.

La situación de violencia y conflicto armado en Colombia ha convertido al tema de los Derechos Humanos en uno de los ejes principales de la discusión pública en nuestro país. También la pobreza y la marginación de casi la mitad de la población  invitan a la reflexión diaria sobre la real vigencia de estos preceptos.

Y como en otros países, vivimos serias contradicciones en Derechos Humanos. Los avances en seguridad promovidos por el gobierno del presidente Uribe han mejorado la vigencia de ciertos derechos, como por ejemplo el de la libertad y la libre circulación por el territorio nacional. Pero por otro lado se han cometido graves violaciones como los recientes “falsos positivos” y las ya olvidadas capturas colectivas de hace unos cuatro o cinco años, que en demasiadas ocasiones privaban de la libertad y de la honra a cientos de personas con unas bases legales y procesales muy pobres o infames.

Los Derechos Humanos no son un tema exclusivo de ONG y Gobierno, o de la política. Al pensar así cometemos un grave error. Tampoco son un asunto de “izquierdistas”. Son unos principios fundamentales que delimitan la arbitrariedad, el despotismo y la injusticia, de la dignidad, el respeto y la solidaridad que nos debemos entre todos.

 

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