El referendo corruptor

Por Indepaz
Un recorrido por todo lo que ha sido el trámite del referendo muestra una colección de hechos y comportamientos que nada bueno pueden dejar para el país
 
Este martes que acaba de pasar, ya casi a la media noche, fue aprobado el proyecto de ley de referendo en el Congreso de la República. Parlamentarios oficialistas  y altos funcionarios del Gobierno se fundieron en emotivos abrazos una vez pasada la ley. Quedaron atrás meses de tensión y preocupación. La nueva ley contó con 85 votos, necesitaba mínimo 84.
Un requisito más aprobado. Ahora vienen la Corte Constitucional, la modificación de la Ley de Garantías, la votación del referendo y las elecciones presidenciales. Como en una lista de mercado, se van “chuleando” uno a uno estos “obstáculos”.
Una declaración del ex senador Rodrigo Rivera a El Tiempo (Septiembre 2 de 2009) revela el espíritu de toda esta iniciativa al indicar que en términos de las relaciones con los países vecinos es necesario “tener todas las herramientas, las armas nucleares políticas sobre la mesa, entre ellas la más poderosa: la posibilidad de reelegir al presidente Uribe”. Rivera sostiene que esta arma nuclear política es la mejor manera de defender la democracia ante los violentos y sus aliados externos.
Se dirá que es sólo una metáfora, un recurso del lenguaje. Pero no, va mucho más allá, señala la manera como el Gobierno y sus aliados políticos están pensando el futuro del país, de esta sociedad: en términos de confrontación, de disputa, de guerra. Quien habla así está dispuesto a usar las herramientas más peligrosas.  
Un recorrido por todo lo que ha sido el trámite del referendo muestra una colección de hechos y comportamientos que nada bueno pueden dejar para el país. Sólo hace falta mirar el proceso de recolección de firmas y su financiación y ahora el tramite legislativo que huele bien feo, cochino. Dentro de esta indecencia están las grabaciones del DAS que recientemente salieron a la luz pública, en las cuales estaban siendo espiadas minuciosamente muchas personas que de una u otra manera tienen relación con el referendo, empezando por los parlamentarios.
Lo que viene también será turbio y seguramente ya empezó todo un trabajo sucio para lograr el siguiente objetivo: que la Corte Constitucional apruebe la ley que llama al referendo. Habría suficientes razones de procedimiento y de fondo para negar la constitucionalidad de esta ley, pero esto no es hoy garantía para esperar un proceder ajustado al Derecho. El Derecho es lo que menos importa, sólo el poder. 
Luego de lo que ha pasado, y de lo que probablemente pasará, argumentar que todo lo que se ha hecho es en defensa de la democracia es un contrasentido grueso, suena a cinismo. Por el contrario, es un abandono paulatino de la democracia en un tránsito a la autocracia, a una sutil tiranía, y lo peor, con el consentimiento de millones de personas. Pero no por un apoyo de millones la dictadura es democracia, la corrupción es decencia. 
El presidente Uribe dice estar empeñado en erradicar la violencia de Colombia y da discursos contra la politiquería  y la corrupción. Pero ni la violencia, ni la corrupción, ni la politiquería nos abandonarán si el mismo Gobierno habla con violencia y practica la intimidación, la corrupción y la politiquería. Otro ejemplo de esta falta de coherencia e hipocresía es el silencio gubernamental ante la denunciada de la feria de las notarías que se dio en la primera reelección, no sólo eran Yidis y Teodolindo, eran muchos más.
Si sale adelante el referendo en la Corte Constitucional, requerirá  casi siete millones y medio de votos, y que la mitad más uno sean por el si. El argumento presentado como incuestionable por los promotores de esta segunda reelección es que si sale avante en las urnas significa que el “pueblo” lo quiere así, y  esta decisión es sabia e inapelable. Para ellos en esto  precisamente consiste la democracia. 
Claro que la democracia tiene que ver con la voluntad de la mayoría, pero es mucho más que esto, es también un ejercicio de límites al poder para evitar el abuso del gobernante. Y por lo visto, desde hace buen rato el gobernante está abusando. No por aprobarse una dictadura por la mayoría deja de ser dictadura. Simplemente, esa mayoría se vuelve cómplice de esa dictadura y aquí también hay una corrupción.
 
ricardocorrearobledo@gmail.com
2 de Septiembre de 2009