El Nobel de Paz para respaldar y comprometer a Obama

Por Indepaz
Este nobel es un acto de fe en la posibilidad de una conducción ética y  moral al más alto nivel, basada en hechos reales y no en discursos retóricos. Y Resonará en Obama en el momento de tomar las decisiones más delicadas que deba enfrentar.
 
 
 
A todo el mundo le causo sorpresa el premio nobel de paz que fue otorgado a Barak Obama. La pregunta fue obvia ¿Qué ha hecho por la paz del mundo en tan corto tiempo? Si pensamos en resultados tangibles la pregunta tiene todo el sentido, más aun existiendo el antecedente de este premio en cabeza de personas que han dedicado su vida entera a trabajar por causas bien difíciles en entornos muy hostiles, sólo para mencionar un ejemplo: defensores de la libertad y los derechos humanos en varios países de Asía, África y América Latina; o mandatarios que han concretado importantes acuerdos de paz. Diera la sensación de ser este un premio ganado con comodidad, sin esfuerzos.
Sin embargo, en esta ocasión hay un elemento nuevo, significativo, y que en vez de descalificar es preciso mirar con interés, porque puede tener un efecto muy positivo para el mundo con emulaciones en todas partes, dada la importancia de este premio y la figura del presidente de Estados Unidos, en especial la del actual. 
Este nobel incluye las razones oficiales que se dieron, como por ejemplo su decisión de restablecer los canales de la política internacional, el diálogo, el respeto por otras culturas y civilizaciones, la intensión de reducir los arsenales nucleares, la actitud e iniciativas frente al cambio climático, etc. Sin embargo hay otras razones, menos visibles, que tal vez no pueden ir en el catálogo oficial de motivaciones del premio, y que sin embargo, están presentes, y de que manera, cuando se mira en su conjunto la persona de Obama y lo que él representa.
Ser el primer presidente negro de Estados Unidos, y de los poquísimos donde esta raza no es mayoría, es un hecho muy significativo, y que de seguro influyó en el premio, así no se mencionara ni una sola palabra en las razones oficiales o en las deliberaciones.  Y el punto no es sólo ser negro, es la manera como afrontó la campaña, en la cual no hubo expresiones de confrontación racial por parte suya, aunque si de conciencia  de todas las injusticias históricas y violencia sufridas por su raza. Y si bien su presencia en la presidencia ha exacerbado el odio racial en algunos sectores de la sociedad norteamericana, no cabe duda del potente mensaje que tiene para el mundo su presencia en Washington.  El mero hecho de que él sea el jefe de Estado norteamericano tiene efectos muy importantes para el resto de la política mundial.
Sus asomos de apertura al mundo árabe-musulmán muestran por su parte una disposición de diálogo y escucha ahí donde es necesario, con aquellos que EEUU tiene serios problemas. También un importante mensaje para muchas otras sociedades con problemas similares, incluso internos.
En una tradicional división de las relaciones internacionales y de la política en general, se habla de idealismo  y  realismo, también conocido este último como realpolitik. Una definición simplista dice que los idealistas están apegados a unos postulados de respeto a las instituciones y que buscan la armonía entre las naciones y los realistas ven las cosas ‘como son’ y actúan sobre ellas en defensa de sus intereses. También es tradicional el postulado de que “los estados no tienen amigos sino intereses”.  Se suele catalogar como ingenuos o algo tontos a los idealistas, en cambio los realistas son vistos como los que ‘hacen lo que hay que hacer’, los capaces, los ‘hombres de Estado’. También hay otra categorización aun más simple, la de halcones y palomas.
Las demandas del mundo de hoy exigen una actitud ética, que haga consideraciones morales, y si para los ‘duros’ esto puede ser visto como idealismo, es en realidad la única alternativa posible para detener los desastres y los males que amenazan al mundo, desde la violencia de mil caras hasta la hecatombe ambiental, ésta si hecatombe. Obama inicia un esfuerzo sostenido en este sentido, y por eso hay que ver este nobel como un respaldo a esta manera entender las relaciones entre las naciones y la dirección de los estados, lo que sin duda, de prosperar, tendrá unas repercusiones extendidas y profundas en todo el mundo. Este nobel es un acto de fe en la posibilidad de una conducción ética y  moral al más alto nivel, basado en hechos reales y no en discursos retóricos. Obama tendrá el reto todos los días de ser digno merecedor del premio, y con seguridad, este nobel resonará en él en el momento de tomar las decisiones más delicadas que deba enfrentar.