¿EL ESTADO ES LADRON O HAY LADRONES DE LO PUBLICO?

Por Invitado

Por: Gonzalo Jiménez R.

Carlos Lemos S., a quien dieron una “palomita” presidencial en el período de Ernesto Samper, 1994-1998, escribió un libro titulado “El Estado Ladrón”, en el que apeló a una retórica que sustentaba porque había sido necesario “privatizar” con celeridad casi todo lo público, dando carácter de dogma al lema que dice: “tanto Estado como sea necesario, tanto mercado como sea posible”, medida que debe establecerla; la infalible “mano invisible del mercado”.

Hace poco, el columnista Felipe Zuleta Ll., expresó de forma airada que el Estado es ladrón, porque hay demasiada tramitomanía en los “asuntos públicos”, olvidando que el “estatismo” en los trámites que la población debe hacer en su vida cotidiana, sobre todo la población de a pie o la de “ruana” como se dice en el argot popular; es una de las “normas” que rige la vida nacional desde hace muchos años, por lo menos desde cuando se impuso el “leguleyismo” o la “tramitomanía” como otra forma de apropiarse de lo público, en este caso por parte de la clase política tradicional.
Lemos y Zuleta olvidan, que el Estado ha favorecido durante más o menos setenta años, si no más, el desarrollo empresarial y ha generado trabas a la vida de las personas comunes y corriente; y que este favorecimiento se ha hecho a expensas de los recursos públicos, que son los recursos de todos y todas y por ende tienen carácter “sagrado”, como alguna vez manifestó Antanas Mockus y recogen los candidatos presidenciales Gustavo Petro, Sergio Fajardo y Humberto De La Calle; pero lo ignoran; los también candidatos presidenciales Iván Duque y Germán Vargas Ll.

Sustentar que el Estado es “ladrón”, da a éste naturaleza de “corrupto”, “incapaz”, “inepto”, “ineficiente” y calificativos similares; y por ende hay que dejar vía libre para que el capital privado defina todo: en qué condiciones se produce, dónde se produce, qué clase de productos y servicios se producen o se prestan, a qué precios de mercado, aplicando qué régimen laboral, pagando cuántos y cuáles impuestos, con cuál productividad laboral. Seguir a pie juntillas el mandato del mercado, es permitir que el capitalismo en “estado puro” o de “libre competencia” sea una realidad y no sea perturbado por ninguna intromisión estatal, ni siquiera en asuntos de justicia.

Pero dos de los principales efectos de seguir al pie de la letra las “tesis” de Lemos y los reclamos de Zuleta Ll., es que cada vez hay más concentración monopólica y menos capitalismo de libre competencia; por ende más riqueza de pocos y más pobreza de la mayoría; y que cada vez lo “estatal” ahoga más la vida cotidiana de los ciudadanos de a pie, pero no la de quienes tienen “corona” porque no deben hacer trámites ante ninguna entidad estatal.

 

Por ello, en sentido contrario a lo expuesto por Lemos y Zuleta, y callado por Duque y Vargas Ll., me parece que debemos fortalecer lo “público”, haciendo, entre otras cosas, crecer la “bolsa pública” y consolidar justicia social. Crecer la “bolsa pública”, implica, entre otras medidas inmediatas, disminuir exenciones tributarias de las grandes empresas, nacionales e internacionales, gravar los patrimonios improductivos, sobre todo las tierras ociosas; y redistribuir el gasto público; mientras consolidar justicia social, significa, entre otras medidas inmediatas, hacer presencia estatal en todo el territorio nacional, de la mano de jueces, maestros y médicos; que hagan cumplir la ley y fortalezcan la salud y el saber de la población. La idea es revertir la aplicación del lema “neoliberal”; para más bien “incrementar lo público todo lo posible, hasta consolidar paz con justicia social”.