Las águilas negras, una razón social que da frutos

Por Indepaz

Casi desde el mismo momento en que unos grupos enterraron las prácticas delictivas bajo un supuesto programa de desmovilización, otros -o los mimos-, las desenterraron con nuevos uniformes y nuevos nombres. La misma razón social pero con otra personería jurídica.

 

 

 

Uno de los derechos que tienen las víctimas de crímenes graves o de lesa humanidad es la “garantía a la no repetición”; como su nombre lo indica es una garantía que se le debe otorgar a las victimas y a la sociedad de que el crimen que se cometió nunca más volverá a ocurrir.

Uno de los problemas que está enfrentando el proceso de desmovilización con los paramilitares es que  no se han puesto en marcha efectivos mecanismos institucionales tendientes al desmonte completo de las estructuras que hicieron posible la comisión de los crímenes atroces; por el contrario el surgimiento de estructuras que han reemplazado  a los desmovilizados es una demostración de los vacios  en los programas de reinserción y en general de la inoperancia de las políticas de desmonte de las estructuras económicas y de las  redes políticas de soporte. 19.377 desmovilizados que recibieron una amnistía de hecho, han seguido sin una respuesta a su situación jurídica y permanecen en un limbo social o laboral y de los 3.000 que se sometieron a la ley 975/2005 para aspirar a disminución de penas por crímenes atroces, solo el 15% han sido escuchados en versión libre y  0,001% han llegado hasta la etapa de juzgamiento.

Casi desde el mismo momento en que unos grupos enterraron las prácticas delictivas bajo un supuesto programa de desmovilización, otros -o los mimos-, las desenterraron con nuevos uniformes y nuevos nombres. La misma razón social pero con otra personería jurídica.

Algunas organizaciones han denominado “nuevos grupos de paramilitares”, bandas criminales o “tercera generación”, a todos los que han ido apareciendo en las zonas donde operaban los que se desmovilizaron entre 2002 y 2005 (zonas como Norte de Santander, Antioquia, Nariño, Córdoba, Valle y La Guajira entre otras).

De todos estos grupos llaman la atención las denominadas “águilas negras”; las cuales han venido sembrando el miedo en la sociedad desde su aparición en Norte de Santander -un mes después de la desmovilización del bloque Catatumbo- y ahora se encuentran en 16 departamentos de Colombia(1) ; ocupando el espacio dejado por los ‘paras’.

La característica de estos nuevos grupos ha sido la misma desde los años cincuenta: el control de las tierras y de los negocios (legales e ilegales) por medio del terror. La contrainsurgencia y el ataque a comunidades es una arandela para “pagar favores” a quien le interesa que no existan movimientos sociales fuertes.


¿Tan solo unas bandas criminales?

El gobierno del presidente Uribe ha afirmado que estos grupos no son nuevos paramilitares sino bandas criminales, pero que no hacen parte, por ningún motivo, de reductos de paramilitares pues  según la presidencia los paramilitares se acabaron con las desmovilizaciones y los que no hicieron parte del proceso dejaron de llamarse paramilitares para ser grupos organizados para la extorsión y el tráfico de estupefacientes.

Esas afirmaciones oficiales  se equivocan  ya que los  grupos desmovilizados cuyos jefes están extraditados o en la cárcel, en su mayoría respondían a interés de enriquecimiento privado con negocios de lavado de activos y captura de recursos del Estado. Los que tuvieron un lejano origen contrainsurgente bajo los parámetros de la guerra fría, terminaron siendo más narcos que otra cosa. La colaboración con las fuerzas armadas en la contrainsurgencia llegó a ser sobre todo una forma de convivencia e intercambio de favores y el choque con los campesinos, indígenas, afros y con movimientos sociales se volvió funcional a los negocios y a la complicidad desde instancias del Estado en las regiones y desde la esfera nacional.  Así que también en la defensa de negocios ilícitos y sistemas de terror en las comunidades, estos “nuevos grupos” tienen relación e identidad con los anteriores:

•    Tienen las mismas áreas de operación (departamentos de la Costa Atlántica, Santanderes, Magdalena medio, Llanos orientales, Nariño). Es decir, están ocupando los mismos territorios que los anteriores grupos paramilitares (ver informe de Indepaz mapas).
•    Se benefician de los mismos tipos de negocios – lícitos e ilícitos-, tales como el narcotráfico, la extorsión, el apoyo a expansión de monocultivos, el apoyo a políticos, entre otros.
•    Poseen las mismas formas de organización y denominación. Algunos de estos grupos dicen llamarse autodefensas.
•    Están comandados por los antiguos mandos medios de las AUC (Don Mario en 9 departamentos, Cuchillo en los Llanos, Alias Memín en Antioquia, Pablo Angola y Aldemar en el Cesar (2), entre otros ).
•    La comunidad no ve la diferencia entre los anteriores y nuevos grupos, como por ejemplo en la costa nariñense cuyos habitantes afirman  que son los mismos paramilitares pero con otros nombres como Águilas Negras, Nueva Generación, Rastrojos, Traquetos, entre otros.

Así como tienen similitudes con los anteriores grupos, presentan algunas diferencias que se han dado por el mismo reacomodo y cambio de táctica gracias a la dinámica del conflicto armado; y es así como vemos que estos nuevos grupos se han visto en la necesidad de operar en pequeños grupos (promedio de 100 hombres por grupo), dependen en gran medida de los narcocarteles, se han presentado algunas alianzas regionales con las FARC y el ELN.

El surgimiento de estos grupos se debe en gran medida a que se han dedicado, al igual que sus antecesores, a explotar el know how disponible en materia de rutas para el narcotráfico y el ingreso de precursores químicos, así como también se han asociado a toda actividad regional sobre la cual puedan tener poder (prostitución, mototaxismo, San Andresitos, chance, etc); por lo que ha sido muy fácil para estos ex mandos retomar los negocios que sus anteriores jefes dejaron.  

Adicionalmente, la mano de obra para delinquir es fácil de conseguir ya que como lo confesó el Programa de Reincorporación a la Vida Civil, éste no se encontraba preparado para atender a tal volumen de población, pues según informes del ejército se esperaba la desmovilización de máximo 15.000 hombres y mujeres, pero terminaron doblando este número.

¿Por qué Águilas Negras?


En el año de 1990 en la ciudad de Montería se organiza un grupo de sicarios llamados las águilas, cuyo jefe era Mancuso, el cual se dedicaba al tráfico de estupefacientes y al homicidio de personas de corriente de izquierda por ser supuestamente colaboradores de  la guerrilla. La mayoría de los integrantes de este grupo prestaron servicio en la brigada XI del ejercito en Montería, en los batallones Junin y Coyara, tal como lo afirmó la fiscalía (3).

No es coincidencia que ahora nazca una organización denominada Las Águilas (Negras, rojas, azules y doradas) en la zona donde operaba el bloque Catatumbo comandado por Mancuso (el mismo que fundó las águilas en 1990).  La difusión de este nombre se debe a la efectividad que da el tener un nombre que inspire miedo y terror ante la comunidad.

Este nombre es utilizado en distintos departamentos como una “razón social” que da frutos. Pero hasta el momento son grupos que no tienen un mando central; algo así como una confederación parecida a la que se tenía en 1996, antes de la creación de las AUC.

A mediados del 2008 muchos de los grupos han cambiado su denominación por el de las águilas negras al darse cuenta que es un nombre que se ha generalizado; tal es el caso del grupo que delinque en la alta y media Guajira (antes denominado media Guajira).

Hasta noviembre de 2008, la investigación de Indepaz arroja las siguientes cifras:

Nº de grupos narcoparamilitares

53

Municipios donde hay presencia

266

Departamentos donde hay presencia

31

 

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1. Informe Indepaz Noviembre de 2008
2. Ibid
3. Fuente: CTI Montería – Las Águilas: Grupo sicarial que delinquía en los barrios del sur de Montería y luego se extendió en el departamento de Córdoba.