La democracia que se desmorona

Por Indepaz

En caso de aprobarse un tercer periodo consecutivo para el Presidente, la factura para el país y su democracia será pasada más adelante y a unos costos que pueden ser muy altos para la construcción de una sociedad y una política decentes.

 

29 de abril de 2009

La democracia que se desmorona

Ricardo Correa Robledo
ricardocorrearobledo@gmail.com

El presidente del Brasil Lula Da Silva tuvo la oportunidad el año pasado de emprender una reforma a la constitución del vecino país que le permitiera aspirar a un tercer período. Más que aspirar porque su popularidad fácilmente lo hubiera llevado a repetir mandato. Lula despachó rápidamente todos los llamados a que se perpetuara en el poder. En estos días le sugirieron que como no quería reformar la constitución a su amaño, entonces preparara su regreso a la presidencia en el 2014.  A esta nueva propuesta contestó que una vez ido no había porque regresar y que otros cumplirían la tarea.

Este comportamiento del Presidente brasilero es digno de la mayor admiración. Renunciar al poder desde un poder más que consolidado es un acto de grandeza y del mayor respeto a la democracia, es en si mismo esencia de la democracia.

De manera contraria actúan otros presidentes de Latinoamérica. Hugo Chávez en un abuso de su desmedido poder empujó la reelección perpetua; Evo Morales está moviendo un cambio constitucional para repetirse en su cargo y a través de una huelga de hambre ha querido presionar la reforma. Rafael Correa hizo instituir en la nueva constitución ecuatoriana la reelección, pero empezando de cero con una nueva elección que se celebró el pasado domingo y en la cual obviamente obtuvo la victoria, así se ganó más de dos años extras en el poder. Estas movidas tienen el ropaje de la ley, la forma de un texto legal, pero carecen del espíritu de la democracia, la que todos ellos dicen defender. Además, habría que agregar que la interpretación jurídica no está exenta de manipulaciones en los órganos legislativos y cortes.

En Colombia el escenario es el mismo. El Congreso está a punto de pasar como ley el llamado a un referendo que permita un tercer período consecutivo del Presidente Uribe y el gobierno hace todo lo posible e imposible para despejar el camino.

La ley de referendo saldrá del Congreso, tendrá que pasar por la Corte Constitucional, donde también el Gobierno está haciendo su “labor”, e irá a las urnas con altas posibilidades de triunfo, por lo menos al día de hoy.

Los ciudadanos en su gran mayoría no han hecho el ejercicio de pensar en dos grandes males que la intención reeleccionista conlleva. En primer término está la relación entre los medios y los fines. La democracia tiene que ver con ambos, y en este caso en particular los medios no han sido transparentes y se ha usado el poder del gobierno para el beneficio de personas concretas, porque si el presidente Uribe quiere gobernar por tercera vez es debido a una adicción que ha ido adquiriendo al poder, a un poder que quiere dominarlo todo. Su sacrificio patriótico es más la fachada de toda esta historia. Cuando se maltratan los medios, los instrumentos, los fines perseguidos terminan corrompiéndose. Por otro lado, al ser una reforma a la Constitución y tener efectos permanentes, quienes lleguen a la Presidencia en el futuro querrán permanecer en el cargo por un buen tiempo y utilizarán todo el poder a su disposición para tal propósito. Para ambientar el proceso reeleccionista ha querido el Gobierno introducir la reelección consecutiva y sin limites de los alcaldes y gobernadores, idea perversa y suicida para la política y la democracia colombiana. Si con un solo periodo hay casos increíbles de corrupción, ¿Cómo sería si se pudieran perpetuar en el cargo?

El escándalo de interceptaciones ilegales por parte del DAS a muchas personas que coinciden en ser antipáticas para el Gobierno, que en estas dos últimas semanas ha tenido su capítulo más oscuro, es una muestra de lo que sucede cuando hay tanto poder concentrado. Esto se debe en buena medida a causa de un mensaje implícito que se envía desde el más alto poder y que se traduce en acciones delictivas e inmorales, que se salen de control del gobernante. Es una manifestación del mismo problema.

En caso de aprobarse un tercer periodo consecutivo para el Presidente, la factura para el país y su democracia será pasada más adelante y a unos costos que pueden ser muy altos para la construcción de una sociedad y una política decentes. Ojalá tomemos conciencia a tiempo y no lamentemos los daños posteriores.