Desescalar el conflicto y anticipar el cese bilateral

Por Camilo Gonzalez Posso

El gobierno informó en diciembre que en la mesa de conversaciones con las FARC están considerando medidas para desescalar el conflicto armado y así avanzar hacia el acuerdo final. Pero las declaraciones del Presidente de la República sobre la respuesta a la tregua unilateral indefinida y condicionada declarada por las FARC, han mostrado en estos primeros días del 2015  la ausencia de definiciones sobre las medidas concretas de tipo militar y humanitario para poner en marcha esa variación a la política de mantener la ofensiva de guerra hasta el último minuto de las negociaciones de paz.

Es probable que al reiniciar las rondas de La Habana en 2015 se tengan noticias sobre lo que significa “desescalar el conflicto” y el resultado de las concertaciones internas que ha estado haciendo el gobierno con sus aliados inmediatos y con los militares para definir la estrategia para todo el año que se inicia. Hay varias señales sobre los ajustes en el modelo de negociación y entre ellas el reconocimiento que ha hecho el Presidente sobre el cambio de circunstancias asociado al avance de los acuerdos: la idea de mantener la mesa de negociación incontaminada por los avatares de las confrontaciones armadas hizo crisis con la retención del General Álzate y con el escepticismo comprobado que genera un proceso que, a pesar de avances, sigue acompañado de daños y riesgos para la población civil. Además es evidente que la iniciativa de cese unilateral de hostilidades por parte de las FARC abre una oportunidad para que se le dé el mensaje al país y a la comunidad internacional de que se esta entrando en la recta final y al punto de no retorno.

¿QUÉ ES DESESCALAR?
Las propuestas y medidas concretas de desescalamiento han sido sugeridas por muchos y requieren otras decisiones unilaterales como pactos concretos en la mesa de La Habana. Parece obvio pero es fundamental que el gobierno y los mandos militares anuncien ese ajuste de política indicando que entienden por desescalar el conflicto: la definición del diccionario dice que es “aminorar, apocar, bajar, bajar con, cercenar, disminuir, minimizar, podar, recortar, reducir, reducir al mínimo”. De modo que no se trata sólo de una medida sino de una sucesión de ellas dirigida a la reducción al mínimo de la frecuencia e intensidad de las acciones bélicas. Es por lo mismo la antesala del cese al fuego y a las hostilidades. Siendo así ¿Qué medidas inmediatas se deben adoptar para desescalar las operaciones de guerra y el conflicto armado en la actual situación? ¿Dentro de que plan en consonancia con la agenda de conversaciones? ¿Qué modificación impone a la comisión técnica formada para preparar los pactos de dejación de armas y cese bilateral de hostilidades?

Las FARC de manera unilateral dijeron que su cese al fuego se suspenderá si se presentan ataques de la fuerza pública en contra de sus estructuras y al comenzar 2015 han informado de la continuidad de acciones ofensivas en distintas partes del país. Era de esperar que así fuera pues es difícil que en cuestión de semanas, y bajo la presión política de la guerrilla, el gobierno acepte cambiar el esquema tantas veces defendido de negociar mientras mantiene la ofensiva militar. Las FARC han hecho una hábil maniobra para reforzar su mensaje a favor del cese bilateral inmediato y no con posterioridad a la firma de los acuerdos tal como fue pactado. Pero si no se trata de una forma de justificar el paso a una escalada militar, lo coherente será que busquen un escenario intermedio en el cual puedan mantener el cese unilateral y concentrar todos los esfuerzos de su Estado Mayor, Bloques y Frentes en las tareas políticas para la transición al post acuerdo. Ese escenario intermedio que puede marcar el primer semestre de 2015 sería el del desescalamiento y el funcionamiento pleno y acelerado de la subcomisión técnica que ya está encargada de diseñar el esquema para el cese bilateral de hostilidades.

MEDIDAS UNILATERALES DE DESESCALAMIENTO
La decisión de tregua unilateral guerrillera requiere medidas unilaterales de desescalamiento por parte del gobierno y las fuerza militares. Ejemplo de esas medidas puede ser la suspensión de bombardeos de la cual habló uno de los asesores internacionales del Presidente Santos. Además se ha hablado de iniciativas concretas con respecto a los prisioneros de la guerrilla, suspensión provisional del reclutamiento forzado y no profesional para el servicio militar, suspensión de judicialización y detención de civiles en zonas de guerra, suspensión de fumigaciones con químicos como táctica militar, medidas adicionales en contra de prácticas de tortura y confinamiento, congelamiento de la aplicación de manuales militares que involucren civiles como soportes de hostilidades. Plan especial militar de combate y desarticulación de los narcoparamilitares.

Por parte de las FARC, además de la aceptación del plan de desescalamiento como contraparte a la permanencia de la tregua unilateral se han sugerido medidas como la desvinculación inmediata de menores de 15 años de sus estructuras armadas y milicianas, identificación de zonas para experiencias de desminado, suspensión de toda forma de cuotas forzadas a empresarios y a la población civil.

COMPROMISOS Y ACUERDOS HUMANITARIOS
Parte de ese desescalamiento sería la adopción unilateral de medidas humanitarias de protección a la población civil y la adopción de pactos especiales de aplicación de las normas del Derecho Internacional Humanitario. Las organizaciones de paz y derechos humanos han mencionado la suspensión de cualquier acción que lleve al desplazamiento forzado, el fortalecimiento de las iniciativas para ubicar a personas víctimas de desaparición forzada y dar respuesta a las demandas de los familiares, la desmilitarización de territorios étnicos, el combate decidido a las prácticas de violencia sexual en contra de las mujeres, el respeto a misiones médicas que realicen procesos especiales en zonas críticas y en campamentos guerrilleros, la disposición de nuevos espacios para la atención de niños y niñas víctimas y en regiones impactadas directamente por la confrontación armada.

EL FIN DEL CONFLICTO EN 2015
Llegar en 2015 a la firma del acuerdo de terminación del conflicto armado es una meta visible a condición de que se le hagan ajustes al esquema de negociación pactado en 2012 para instalar la mesa en La Habana. No sólo el gobierno y la guerrilla deben ser conscientes de la conveniencia de introducir cambios en los procedimientos sino también sectores clave como la cúpula de las fuerza militares, los partidos políticos, organizaciones sociales y grupos empresariales. El primer cambio es precisamente el aquí señalado sobre las iniciativas inmediatas de desescalamiento y de aceptación de la conveniencia de anticipar el pacto de cese bilateral al fuego y a las hostilidades. El segundo podría ser la simultaneidad de tratamiento a los asuntos pendientes en la agenda de conversaciones de modo que la mesa reciba los insumos para terminar el punto relativo a víctimas, verdad y justicia transicional y, además, delinear acuerdos sobre el fin del conflicto y los mecanismos de ratificación y verificación del cumplimiento de los pactos.

También debería colocarse en el cronograma el tratamiento a los pendientes y la consideración del subpunto incluido en la agenda sobre cambios institucionales para la paz y su relación con el plan de desarrollo o iniciativas legislativas que deben ser coherentes con la perspectiva de construcción de paz en la fase 3 o de transición.

ES LA HORA DE LA POLÍTICA
El paso de una situación de conflicto armado a otra de negociación para el fin del conflicto no es una cuestión semántica ni de pequeña monta. Eso significa que en Colombia hemos pasado a una situación en la cual la combinación de zanahoria y garrote o de guerra y política ha dejado de ser útil para cualquier actor político o militar. La iniciativa militar ha dejado de ser factor de presión para imponer términos de negociación al entrar en contradicción absoluta con la acumulación de respaldo social a favor de la paz. Más acciones militares por parte de la guerrilla le restan respaldo entre la población y debilitan su proyección política. Y de la misma manera la idea de ablandar a la guerrilla mientras se negocia dándole golpes estratégicos, pasó a ser marginal en el terreno militar y a cambio produce sólo desconcierto entre la población y favorece a los sectores que en realidad hablan de ofensiva militar mientras se negocia, como encubrimiento a sus posiciones a favor de la continuidad de la guerra y de oportunidades para sabotear el proceso.

En esta fase de negociación y del fin del conflicto lo estratégico entonces no es ganar correlación de fuerzas con las armas sino en la conciencia colectiva, la movilización y el respaldo ciudadano al proceso de acuerdos para la paz. El ELN que en otras ocasiones le ha otorgado primacía a la política, no ha dado aún muestras suficientes de comprensión del nuevo panorama.

En esa dirección de movilización se inscriben las jornadas de marzo y abril convocadas para una gran marcha por la paz, lo mismo que múltiples expresiones de apoyo al proceso como la campaña de los empresarios Soy capaz, los festivales de cultura y paz y las iniciativas de mujeres y jóvenes.

Parte de esa redefinición estratégica es la valoración del desescalamiento de la confrontación verbal, incluida la que se da con la oposición uribista, con la cual es oportuno el debate y diálogo sobre sus propuestas de comisión especial legislativa o de constituyente parcial condicionada al desarme y no impunidad.

HACIA EL VOTO POR LA PAZ EN OCTUBRE
Llegar al debate electoral y a las elecciones de octubre en medio de un escalamiento de las confrontaciones y acciones armadas es el peor escenario para la recta final hacia el acuerdo definitivo de paz. Ese evento electoral será una prueba de la base social y política de respaldo a los pactos de paz. Y también la ocasión para avanzar en el camino de la refrendación de los acuerdos sea con una fórmula constitucional de participación, si los tiempos políticos lo permiten, o con un pronunciamiento ciudadano del tipo del Mandato por la Paz. El 2015 si es el año de la paz!!!

 

Camilo Gonzalez Posso

Presidente del Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz – INDEPAZ. Magister en Economía, Ingeniero Químico. Profesor en varias universidades entre 1968 y 1994, Ministro de Salud de la República de Colombia (1990 – 1992). Consultor del Ministro de Trabajo (2000 – 2002). Director del proyecto Centro de Memoria y Paz de Bogotá. Autor de varios libros, ensayos y artículos periodísticos dedicados a temas económicos, políticos o sociales de la construcción de democracia y paz.