Ese campesino que se pintaba en la mitad del Siglo XX y que algunos todavรญa imaginan con su finca o su pedazo de tierra, trabajando con toda la familia, perros, caballo, marrano, gallinas, huerta, platanera con maรญz y frijol, sembrando de sol a sol, hoy es difรญcil de encontrar. Tambiรฉn es difรญcil de encontrar como modelo de paisaje rural un mosaico de fincas, al estilo de las cafeteras de la primera colonizaciรณn. Y ni siquiera la foto de la nueva ruralidad es la constelaciรณn minifundio โ€“ latifundio de la que hablaron Antonio Garcรญa y Orlando Fals Borda.

Los campesinos del Siglo XXI tienen mรกs diversidad de formas de subsistencia que los de hace un siglo y su trabajo ha sido transformado por el impacto brutal del desplazamiento, con abandono forzado de mรกs de 10 millones de hectรกreas, y por la violencia que ha acompaรฑado la generalizaciรณn del modelo extractivista y de la agroindustria capitalista. Ese pequeรฑo campesino equivale a 1.5 millones de familias y se suman a los microfundistas para llegar a 70% del total de predios rurales: producen el 75% de la canasta nutricional de los colombianos en menos del 15% del total de la tierra que figura en Catastro. (ver http://centromemoria.gov.co/wp-content/uploads/2016/03/macrofundio-y-territorios-indigenas.pdf).

Lo mismo puede decirse cuando se intenta hacer la definiciรณn de pequeรฑo productor campesino: La base de sus ingresos sigue siendo el trabajo familiar, pero la cabeza de familia, hombre o mujer, transforma productos en su predio, jornalea a veces o mezcla su actividad con otras de comercio, transporte o rebusque en la vereda o en el municipio.

El joven campesino vive mรกs en la comunidad que en la finca y cada vez trabaja menos al lado de sus padres. Eso hace que el pequeรฑo productor campesino tenga que recurrir mรกs al trabajador asalariado y deje de ser cierta como definiciรณn central de pequeรฑo campesino el que hace todo con la familia y solo acude a trabajadores externos de manera ocasional.

La pequeรฑa producciรณn en comunidades indรญgenas o afros merece un capitulo aparte, pero estรก aรบn mรกs lejos de ese imaginario que siguen tomando como referencia algunos tรฉcnicos de gran ciudad que pretenden decidir sobre polรญticas rurales o de erradicaciรณn forzada o forzosa de matas de coca.

La caracterizaciรณn del campesino que tiene la mayor parte de sus ingresos del cultivo de hoja de coca es aรบn mรกs distante de las definiciones de escritorio. Las modalidades de esta producciรณn prohibida son muchas y cambian segรบn la regiรณn y las รกreas de colonizaciรณn. Basta recordar que el 50% de las hectรกreas registradas estรก en territorios colectivos o ambientales y en zonas de colonizaciรณn. La huella de sembrados de coca en los รบltimos 20 aรฑos y de las fumigaciones, supera los 2 millones de hectรกreas y ha impactado a mรกs de 400.000 familias.

El gobierno, en cabeza del nuevo Vicepresidente de la Repรบblica y del Ministro de Defensa han anunciado en Tumaco que una comisiรณn va a sustentar la diferenciaciรณn entre pequeรฑo productor de hoja de coca y el inversionista narcotraficante de escala industrial. Es la pieza que les falta para completar la absurda polรญtica de erradicaciรณn forzada y militar que se ha puesto en marcha en conflicto con los Acuerdos de La Habana.

Mientras despejan semejante zona gris de ignorancia de lo que distingue un pequeรฑo productor de un narcotraficante, serรญa oportuno que se retomarรกn definiciones de las normas vigentes como la que establece el Acuerdo 202 del 2009 adoptado por el Incoder (q.e.p.d.) y las definiciones de microfundio y pequeรฑa producciรณn establecidas por el IICA y asumidas por el Programa de Protecciรณn de Tierras de la Presidencia de la Repรบblica, hoy Unidad Nacional de Restituciรณn de Tierras. (ver, PPTP, Presidencia de la Repรบblica (2012), Unidades Agrรญcolas Familiares, despojo y concentraciรณn de Tierras, Ediciรณn de Indepaz).

Las normas mencionadas dicen que un pequeรฑo productor es el que tiene entre 0,5 UAF y 2 UAF y se denomina microfundista el que estรก por debajo de la media UAF. Traducida esa escala a ingresos mensuales se concluye que el pequeรฑo productor es el que tiene ingresos menores a 8 salarios mรญnimos mensuales vigentes โ€“smlv. Con lo que logra la remuneraciรณn de los miembros de su familia y un excedente capitalizable para la continuidad de la actividad econรณmica. A precios de hoy eso equivale a un ingreso neto mรกximo, despuรฉs de costos de producciรณn, de 6 millones de pesos, de los cuales 4 smlv es remuneraciรณn salarial familiar. Es lo que dice hoy la norma. (ver https://indepaz.org.co/7112/coca-no-es-cocaina-ni-el-cocalero-narcotraficante/ . pรกg. 98).

Esa referencia normativa vigente, y el estimativo de ingreso neto de un millรณn de pesos por hectรกrea de coca, puede sustentar que pequeรฑo productor de coca es el que tiene menos de 6 hectรกreas sembradas y trabaja personalmente en el predio, en las diversas modalidades de propiedad del cultivo. Con los estimativos de ingreso por hectรกrea de un salario mรญnimo, el mรกximo de extensiรณn cultivada en la categorรญa de pequeรฑo cultivador serรญa de 10 hectรกreas.

Desde la norma vigente y los estudios que han respaldado decisiones como la contenida en el mencionado Acuerdo 202/2009, se pueden definir polรญticas y dar un tratamiento diferenciado al pequeรฑo productor. Siempre es mejor tener referencias objetivas ante la tentaciรณn de la arbitrariedad y el uso compulsivo de la fuerza en contra del eslabรณn de los mรกs dรฉbiles.

Camilogonzalezposso@gmail.com – Bogotรก D.C. 5 de abril de 2017

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