MODELO VIOLENTO DE INGRESO SEGURO

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El uso de la violencia armada legal o ilegal como fuerza productiva no ha sido precisamente el aporte de paramilitares o subversivos, ni han sido ellos los principales beneficiados al momento del reparto del botรญn o de los balances: han sido aquellas familias y clanes regionales ย que han utilizado desde hace un siglo el ย poder polรญtico para aumentar sus activos rurales y urbanos.ย 
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Los informes de la Revista Cambio, La silla Vacรญa y otros medios, estรกn mostrando un panorama atroz de reparto de los tributos recaudados sobre todo entre los asalariados, trabajadores independientes y gente pobre, que son regalados ย a ย poderosas familias y grupos econรณmicos. Segรบn esas publicaciones los beneficiarios han sido amigos del gobierno y colaboradores de campaรฑas electorales, que reciben miles de millones por clan. La lista de apellidos es significativa y estรก encabezada por ย destacas personalidades de los negocios. Si se agrega la nomina de los beneficiarios de los pactos de seguridad tributaria, exenciones, crรฉdito subsidiado y reducciรณn de impuestos a grandes inversionistas, nos encontramos la lista de los dueรฑos de casi todo que no pasa del 1% del directorio telefรณnico.
Como lo recordรณ el Presidente Uribe en su defensa de la Ley del AIS, desde los aรฑos 50 venimos discutiendo sobre la conveniencia de favorecer a los mรกs ricos y grandes empresarios como base del modelo de desarrollo o la alternativa de partir de la equidad dรกndole prioridad a las polรญticas estatales de estimulo y subsidios a los mรกs pobres y a los pequeรฑos y medianos empresarios urbanos y ย rurales. ย En el primer modelo el Estado es el puntal de la acumulaciรณn desde ย empresas grandes , en el segundo se las mandarรญa al mercado y el Estado actuarรญa con sentido social y de tributos y ย servicios pรบblicos solidarios.
En la prรกctica desde mediados del siglo pasado se impuso la lรญnea hoy reivindicada de hacer mรกs ricos a los ricos para que generen empleo y redistribuyan por esa vรญa el ingreso. Como dice Uribe โ€œ la gran empresa agropecuaria es la locomotora de una alianza que incluye a los pequeรฑos y medianosโ€ y se ย encuentra ese axioma aplicado a todas las orbitas de la economรญa: asรญ como la agroindustria y sus macroproyectos deben concentrar la tierra y absorber a los campesinos como asalariados, la gran minerรญa debe acabar con la pequeรฑa, los grandes bancos y corporaciones deben merecer privilegios, las cadenas de supermercados desplazar a las tiendas y almacenes, las multinacionales y sus oligopolios son los sรญmbolos del progreso y a ellos y a sus amigos los grandes, ย deben ir dirigidos los beneficios de los impuestos de todos y la protecciรณn prioritaria de la fuerza pรบblica.
Desafortunadamente ย la confrontaciรณn entre modelos de desarrollo no ha sido un debate acadรฉmico sino una violenta imposiciรณn de una forma de reparto de riqueza y de la utilizaciรณn del Estado y del poder para aplastar a sangre y fuego a los โ€œpequeรฑosโ€, considerados ineficientes, improductivos, desechables, desplazables. ย La verdad de los รบltimos 60 aรฑos es que se ha impuesto un modelo de capitalismo plutocrรกtico y violento de desarrollo y no solo en el campo. ย Y el uso de la violencia armada legal o ilegal como fuerza productiva no ha sido precisamente el aporte de paramilitares o subversivos, ni han sido ellos los principales beneficiados al ย momento del reparto del botรญn o de los balances: han sido aquellas familias y clanes regionales ย que han utilizado desde hace un siglo el ย poder polรญtico para aumentar sus activos rurales y urbanos. ย Hasta los narcotraficantes han estado en el segundo plano del modelo, pues tarde o temprano sus ย bienes terminan lavรกndose en las estructuras de los poderes consolidados y en sus peleas internas. Esta es la triste historia de un modelo violento promovido desde arriba que nos tiene dรณnde estamos y que se pretende imponer por otro siglo.