REQUIEM PARA UN AGNÓSTICO EN LA ETERNIDAD: CARLOS GAVIRIA DÍAZ

Por Diana Mendoza

Oiremos a los políticos, los jueces y los periodistas hablar de la muerte de Carlos Gaviria Díaz, pero ellos no me representan. Por eso, desde una esquina anónima, entono mi propio y breve réquiem por un agnóstico que sin saberlo, dijo muchas veces lo que yo, de haber podido, hubiera dicho a los cuatro vientos.

Nunca conocí personalmente a Carlos Gaviria. Sólo recuerdo que fui tomando conciencia de su honestidad inaudita poco a poco, a medida que lo veía actuar en la primera (y última) Corte Constitucional que tuvo este País poco tiempo después de la promulgación de la Constitución del 91. Se trataba de un extraño personaje que, como diría Castoriadis, pertenecía a un tipo antropológico inconcebible: fue un juez incorruptible seguramente nacido de algún error en la genética capitalista/autoritaria colombiana.

Este hombre, sin saberlo, me sorprendió y aleccionó más de una vez. Hizo que en mi idea de la lucha por una sociedad digna, justa, diversa, pacífica y más feliz, cupiera el quehacer de un tribunal, y que le diera a las leyes y a esta democracia tan precaria, el beneficio de la duda. Escapado como estaba de una voz altisonante y un aspecto enérgico o juvenil, este hombre atemperado me demostró que era posible intentar la conquista de terrenos vedados a la libertad y nombrar lo hasta ahora innombrable en el lenguaje de los jóvenes, los homosexuales, los pensionados, las mujeres, los indígenas, los indigentes o los desahuciados.

Este “viejo juez” atemporal, que pensaba y hablaba de las víctimas de Estado, la sexualidad, o las drogas con la misma franqueza y finura, se conectó con los problemas contemporáneos desde un humanismo conmovedor. Desde ese mismo lugar, aceptó a pedido jugar las cartas de la contienda política por la Presidencia con el adversario más opulento, artero e iracundo que ha tenido nuestra historia reciente, contienda que obviamente perdió sin reproches ni lamentaciones por las tres mismas razones.

Algunas veces, en monólogo con mi saber y entender, tuve discrepancias íntimas con el Gaviria político y otras veces con el Gaviria constitucionalista, pero también tuve siempre la certeza de que resolverlas con él no me hubiera costado la vida sino un decoroso esfuerzo argumentativo.

Es muy probable que en la memoria colectiva de las próximas generaciones suene más el nombre del magistrado Pretel que el de un tal Carlos Gaviria, pero en lo que concierne a mi memoria, este señor tendrá el tributo de admiración y gratitud que sólo puede prodigarse a quien fue capaz de la decencia y de remozar una esperanza en la naturaleza de lo humano.

Y por supuesto, también le agradeceré siempre por esas sentencias que nos aliviaron el peso de la represión, la pobreza, la discriminación, la enfermedad, el daño ambiental y la guerra.

 

 

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A manera de homenaje, algunas de sus más importantes sentencias:

http://www.corteconstitucional.gov.co/relatoria/1997/C-239-97.htm

http://www.corteconstitucional.gov.co/RELATORIA/1994/C-221-94.htm

http://www.corteconstitucional.gov.co/relatoria/1999/c-082-99.htm

http://www.corteconstitucional.gov.co/relatoria/1997/C-237-97.htm