Adios a las armas

El debate sobre el destino de las armas de las FARC ha venido pasando de rojo a chocolate oscuro por los duros cuestionamientos desde el uribismo a las palabras dejaciรณn de las armas que se incluyeron en la agenda de las negociaciones en La Habana. En la lista de โ€œcapitulaciones del gobierno ante los terroristasโ€ lo mรญnimo que se dice es que se ha aceptado una โ€œpaz armadaโ€, una โ€œtregua inciertaโ€ o una retaguardia con fusiles. El tono de los alegatos ha subido con las afirmaciones de algunos voceros de la guerrilla sobre su perspectiva de mantener las armas hasta que los acuerdos sean ratificados por el pueblo y, mรกs allรก, hasta que estรฉ garantizado su cumplimiento.
El texto del Acuerdo General para la terminaciรณn del conflicto y la construcciรณn de la paz le trasladรณ a la mesa la definiciรณn de la enigmรกtica dejaciรณn de las armas que deja abiertas las modalidades operativas; ese texto no incluye expresamente temas relativos a las Fuerzas Armadas en el post conflicto, al estilo de lo acordado en El Salvador o Irlanda. Lo que estarรญa en discusiรณn es el cรณmo y el cuando de la dejaciรณn, pero no la determinaciรณn, como parte del acuerdo final, de abandono definitivo de la acciรณn armada o de la prรกctica de hacer polรญtica con armas. A su vez el gobierno se obliga a la persecuciรณn de โ€œcualquier organizaciรณnโ€ que haya cometido homicidios y atentado contra los defensores de derechos humanos. No excluye a las organizaciones estatales ni las ejecuciones extrajudiciales.

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